miércoles, 31 de octubre de 2012

El agua estancada se corrompe

El fanatismo ideológico acaba siempre por convertirse en un peligroso cenagal, en un estancamiento mental con consecuencias funestas tanto para el que lo sufre como para quienes le rodean. En su lodo se hunde toda idea nueva o diferente. Un pantano que se traga la creatividad y la imaginación.
Un fanático es aquel que desconoce las convicciones del otro, se cree dueño de la verdad, y se encierra dentro de los límites de sus creencias. No deja que la Ciencia, el Arte, la Filosofía o la propia Historia crezcan, se desarrollen y avancen. Es obcecarse en que "no hay nada nuevo bajo el sol", nada por decir, nada por descubrir, nada por pensar que pueda maravillarnos.
Una mente estancada es el manjar preferido de los mosquitos de la testarudez, la intransigencia y la ignorancia. Es una fuente de miedo a lo desconocido, de resistencia al cambio y a nuevos aprendizajes. El fanatismo ideológico hace a los individuos insensibles a la armonía, solo vibran cuando escuchan "su nota", pero son incapaces de emocionarse con toda la melodía.
La inflexibilidad crea una falsa sensación de seguridad, que es acrecentada cuando se comparte con otros que piensan del mismo modo.
Félix Velasco - Blog

Insomnio


Para conciliar el sueño, anoche, me puse a contar ovejas: primero una, luego otra, luego la siguiente; así hasta reunir un buen rebaño. Habría unas cicuenta más o menos. No se cómo se me coló un perro en la escena y un pastor no podía faltar. De manera que, a partir de cierto momento, empezó a molestarme el balar de las ovejas, los ladridos del perro y las voces del pastor. Entonces, cambié de método y me puse a contar lobos. Las ovejas desaparecieron, pero tuve que soportar los aullidos de la manada. Seis lobos llamando a más lobos. Insoportable. Dí un salto de la cama y salí de la habitación. Fui al baño, baje a la cocina, me comí un yogurt, bebí agua, me asomé por la ventana, miré la noche, suspiré. Miré el reloj y eran las dos. Me entró frío y pensé que los lobos ya se habrían ido, de modo que subí las escaleras con el ánimo dispuesto para el sueño, pero cuando entré en la habitación, allí estaba el dinosaurio.
Ulla Ramírez
Félix Velasco - Blog

martes, 30 de octubre de 2012

¿Qué es el futuro?


¿Qué es el futuro? No puedo definir qué es, pero sé como es.
Es incierto, difuso, distante.
Lo único seguro es que llega, estés tu en este mundo, o sólo estén los demás. Incluso, si ya no hubiera nadie, él futuro llegaría. A él no le importa que esperemos su llegada, o que lo recibamos con indiferencia.
Es fugaz, pasajero, cercano.
Te alcanza sin esperarlo, te rodea disfrazado de presente, y te abandona, con la máscara del pasado, rodeado de incógnitas.
Sin darte cuenta, ya es algo que miras a lo lejos, y que recuerdas como cualquier otra cosa pasada.
Es esperanza, pasión, alegría.
Siempre esperas el día que viene, el viaje que organizaste, el atardecer que no termina, el beso que te espera
¿Qué es el futuro? Ahora que lo pienso, el futuro no es más que la vida misma.
Fugaz. Incierta. Esperanzadora.
Félix Velasco - Blog

lunes, 29 de octubre de 2012

Si yo fuera rico


El violinista en el tejado, es una película musical estrenada en 1971 y dirigida por Norman Jewinson. Basada en la novela del escritor ruso Sholom Aleichem, titulada Las hijas de Tevye. Fue una película que gano tres premios Oscar y aparte de la calidad del film, queremos compartir un fragmento de la inmortalidad de la música utilizada en esta película y algo de la letra de esta canción, que más que palabras son el deseo de muchos. ¿Acaso pasaría algo tremendamente malo si yo tuviera una pequeña fortuna?
"Si yo fuera Rico....
Llubi dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dum!
Si fuera un hombre adinerado
No me mataría a trabajar
Llubi dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dum!
Si yo fuera rico
Holgazán y holgazanillo
Construiría una gran casa
Con muchas habitaciones
Justo en medio del pueblo
Un magnífico tejado de zinc
Y buenos suelos de madera
Unas grandes escalares de subida
Y otras aun más grandes de bajada
Y otras que no fueran a ningún lado, solo para presumir
...
Los hombres más importantes vendrían a adularme
Me pedirían consejo
Como a Salomón el sabio
...
Y no importara
Si mis respuestas fuesen ciertas o falsas
Cuando eres rico, se creen que lo sabes todo
Si yo fuera rico
Llubi dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dum!
Y con un Llubi dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dubi, dum! Les damos la bienvenida a este mes de Octubre veraniego más que otoñal y les invitamos a soñar un poco, no mucho, pero con los ojos abiertos y moviéndonos al soñar, a ver si así hacemos realidad nuestros sueños."
Félix Velasco - Blog

El rey de Andorra

En julio de 1934 un ruso blanco llamado Boris de Skoossyreff, Barón de Orange, se proclamó rey de Andorra. En nueve días proclamó una constitución, publicó un boletín oficial y numerosos decretos, declarando la guerra al copríncipe episcopal, convocó elecciones generales... y fue "destronado" por los un sargento y cuatro guardias civiles enviados por el obispo de Seo de Urgel.
Félix Velasco - Blog

sábado, 27 de octubre de 2012

Tarragona Lliure

Si seguimos en plan freak, todo se andará…
Corre el año 2024. El presidente de la Diputación de Tarragona y el alcalde de la ciudad, ambos del partido Tarragona Lliure, convocan una manifestación en defensa de la independencia de la provincia bajo el lema «Cataluña nos roba». Tarragona Lliure, que lleva tres legislaturas en el poder, ha ido inculcando a los tarraconenses la verdad de la historia, falseada por el centralismo catalán. Cuando media Europa andaba en taparrabos, Tarragona ya era una refinada urbe del Imperio Romano, la capital de la Hispania Citerior. Luego Tarragona fue independiente: en 1129, el mercenario normando Robert Bordet ascendió a príncipe de Tarragona. Aquella etapa, el Principado, constituyó una suerte de paraíso élfico, tal y como se enseña en todas las escuelas por imperativo del Gobierno nacionalista tarraconense. Pero el edén expiró cuando llegó el imperialismo catalán y la bota del Conde de Barcelona aniquiló el Principado. Desde entonces, el yugo catalán lastra el desarrollo de la subyugada Tarragona, que posee, por ejemplo, el mayor complejo petroquímico de la Península Ibérica, pero ve como todas las prebendas e inversiones estelares se van para Barcelona, la capital de la Cataluña opresora.
Los dirigentes de Tarragona Lliure acuden a Barcelona a entrevistarse con el presidente de la Generalitat: «O nos entregas el grueso de los impuestos que ahora se distribuyen entre todos los catalanes, o atente a las consecuencias», le espetan dialogantes. El president responde que es imposible, pues lo impide la ley. Los dirigentes de Tarragona Lliure se largan con rostro hosco, se niegan a hablar en Barcelona y a su llegada a Tarragona, son aclamados por unos manifestantes espontáneos (a los que han convocado previamente), que cantan emotivos himnos locales entre banderas independentistas tarraconenses.
A todo esto, Tarragona está quebrada por la incompetencia de sus gestores y Cataluña le está pagando las nóminas. Pero eso no cuenta para los líderes de Tarragona Lliure, que arengan así a su pueblo: «Cataluña no quiere dialogar. Nos insulta y nos roba. Nos tenemos que marchar, hacer valer nuestra dignidad como pueblo».
El Gobierno nacionalista tarraconense ha dedicado generosísimos fondos a untar a su prensa local. Además, posee dos canales de televisión, que predican a tiempo completo que «Cataluña roba a Tarragona». Ante tal clima de opinión, la manifestación independentista tarraconense resulta un éxito. «Un millón de personas», calcula la organización (aunque la provincia tiene 800.000 habitantes). El alcalde y el presidente de la Diputación, con la mirada velada por lágrimas de patriotismo tarraconense, proclaman que «el proceso ya no tiene vuelta atrás». «Tarragona será un Estado en Europa o no será». Según sus economistas, seguirán en el euro y serán una nación más potente incluso que Malta, Andorra y San Marino. Además, el Nastic jugará el Mundial, podrán cantar en Eurovisión como un estado libre y la poli municipal será el embrión del ejército. Todo son ventajas con la independencia.
Absolutamente ridículo, claro. Pues está pasando. Tal cual.
Luis Ventoso
Félix Velasco - Blog

El camello y la aguja

La progresía habría tratado mejor a Amancio Ortega si en vez de donar 20 millones a Cáritas hubiese atracado un mercadona
En vez de arrimarle a Cáritas veinte millones de pavos que se le han caído de los bolsillos, Amancio Ortega tenía que haber atracado un mercadona y entregado el botín a cualquier ONG bolivariana de ésas que financian proyectos en la Venezuela de Chávez o a alguna fundación feminista de las que subvenciona la Junta de Andalucía para hacer estudios sobre la igualdad de género en el Chad. Entonces lo aplaudirían como benefactor de la Humanidad los progres que se han indignado con su macrodonativo y lo acusan poco menos que de blanquear beneficios como un chino de Fuenlabrada. Los mismos progres que se hartan de aplaudir a ciertos actores pancarteros que pagan sus impuestos en Estados Unidos mientras en España piden que nos los suban a los demás para que Cultura les pueda seguir subvencionando películas. Y los mismos que se ponen encantados los trapitos de Zara sin remordimiento por el presunto dumping social que permite sus precios baratos. De eso sólo se acuerdan cuando el dueño afloja la manteca para una causa filantrópica; hay que desenmascarar al demagogo capitalista que se atreve a arrebatarle a la izquierda redentora la bandera de la solidaridad con los pobres.
En España es tan sospechoso el dinero que el único modo que tiene un rico de hacerse perdonar el éxito es arruinarse. Cerrar sus fábricas y sus tiendas y mandar al paro a unos cuantos miles de criaturas; entonces tampoco es que vaya a obtener una benevolencia excesiva pero al menos la gente contemplará su quiebra como una suerte de ejercicio de justicia poética. Aquí es más fácil que un camello atraviese el ojo de una aguja antes que un empresario pase por tipo respetable; el único hueco por el que queremos ver pasar a un millonario es el umbral de la cárcel.
Para que la progresía lo absolviese de su pecado de industriosidad, Ortega tendría que protagonizar un descomunal descalabro. Este hombre es reo de un crimen social imprescriptible: se ha convertido en el primer empresario de España, un país en cuyas escuelas se enseña a desconfiar de las bases morales del capitalismo. La mayoría de nuestros conciudadanos piensa, sin haber leído a Dostoievky, que detrás de cada fortuna hay un delito y que el dinero sólo se puede tener por haberlo heredado o robado; y si se trata de una herencia lo robaron los padres o los abuelos. En vez de un ejemplo de progreso y pujanza, creador de empleo y beneficios sociales, cierta izquierda rancia y altermundista ve en él a un explotador de tintes negreros y le ha levantado una leyenda de esclavista de algodonal con ínfulas plutocráticas. Y encima al tío hipócrita se le ocurre donar a la beneficencia una calderilla que a saber cómo habrá ganado. Pronto iba a colar semejante impostura entre nuestra vigilante guardia ideológica; ni aunque se metiera a monje budista podría escapar de la sospecha de estar lavando su mala conciencia.
Ignacio Camacho
Félix Velasco - Blog

viernes, 26 de octubre de 2012

Tú no lo sabes, pero eres un cerdo


Félix Velasco - Blog

Sensatez y vergüenza

Vivimos una época en la falta sensatez y vergüenza. Y sobran discursos que pretenden dar solemnidad a las tonterías más absurdas.
Félix Velasco - Blog

martes, 23 de octubre de 2012

Love recipe


 
Félix Velasco - Blog

Sentimentalismo político

De todos los sentimentalismos, el peor es sin duda el sentimentalismo político; y a medida que se avanza en el tiempo, este resabio va siendo cada vez más ridículo. Se ama a las personas, no a las cosas, ni a las ideologías, incluso es un sentimiento menor cuando se refiere al lugar donde se ha nacido y se compara con un ser humano. Esa tierra no es propiedad nadie, ha sido de millones de personas antes que nuestra, y será de otros cuando ya no estemos. Sólo la tenemos en depósito para la Humanidad entera. Nunca se debe imponer el sentimentalismo político e ideológico a una tierra de la que puede brotar riqueza para todos, sin distinción.
Quien prefiere amar las opiniones sectarias y las antepone a los valores humanos universales está manifestando la pequeñez de su espíritu. La forma de relacionarnos va cambiado a gran velocidad, esa es la innovación del siglo XXI, que va más allá de la tecnológica.
La partitocracia política y la progresía de la mediocridad se sirven del relativismo para imponerse, camufladas con sentimentalismo inventado, falto de toda racionalidad. Los intereses oligárquicos utilizan los sentimientos y pasiones, porque saben, que a la masa anónima, ahora la impersonal ciudadanía, necesita "creer en algo", por eso primero se les vacía el espíritu y luego ese vacío se llena de "cualquier cosa" emocional.
Las ideologías relativistas que padecemos, al quedarse sin ideas ni proyectos universales de alcance global, se emborrachan de sentimentalismo, para esconder la realidad de que son incapaces de analizar y solucionar los verdaderos problemas históricos y sociales que ellos mismo han creado.
La emoción y la razón han de caminar de la mano, forman parte de la persona equilibrada y sensata. No permitamos que nos enfrenten manipulando sentimientos o razones para su interés, que no es otro que el económico.
Félix Velasco - Blog


domingo, 21 de octubre de 2012

Leyes absurdas

Una lista con las normas más «absurdas» que existen en nuestro planeta.
1. En París, la villa del romanticismo por excelencia, está prohibido besarse en los andenes del tren. En otros lugares como Dubai son incluso más intransigentes: es ilegal besarse en un lugar público.
2. En Miami, por ejemplo, es ilegal pasear por la comisaría de Policía en monopatín. Esto parece romper con la prototípica imagen de «policía de bahía» propia de las películas y series, donde casi todo el mundo va con ropa corta o de baño y patines o monopatín.
3. En Ohio es ilegal tener un pez borracho. La pregunta es: ¿cómo será el control de alcoholemia a estos seres marinos?
4. Y seguimos con las «animaladas»: En Francia está prohibidobautizar a tu cerdo con el nombre de Napoleón. Aunque tu porcino muestre un carácter de conquistador de la granja, resístete.
5. Al parecer, en Estonia estarás infringiendo la ley si se te ocurre jugar al ajedrez mientras haces el amor.
6. Italia no se queda atrás. El país es en parte conocido por sus polémicas leyes, como la reciente que se aprobó en Roma de no comer ni beber en las calles. Pero las hay incluso más impactantes. En Tropea, al sur del país, la normativa dicta prohíbe a las mujeres «gordas, feas o poco atractivas mostrarse desnudas en la playa». ¿La razón? Según el gobierno municipal, «sólo las mujeres jóvenes cuya belleza permita glorificar el cuerpo femenino» tienen este derecho.
7. Según publicaba hace un par de años «The Times», en Reino Unido está prohibido morir en el Parlamento. Y no sólo eso. En este país, se considera una traición poner al revés un sello de correos en el que aparece una imagen de la monarquía británica.
8. En Carmel, Nueva York, dicen que hay una ordenanza que prohíbe a los hombres llevar chaquetas y pantalones que no vayan a juego.
9. Y en Blythe, California, (Estados Unidos también se lleva la palma en cuanto a leyes insólitas) parece ser que una ordenanza dicta que una persona debe poseer al menos dos vacas para poder llevar botas de cowboy en público. En resumen, que si las llevas no sea para presumir en vano, sino por una causa razonada.
10. En Bahréin, un médico puede examinar los genitales de una mujer, pero cometerá una ilegalidad si mira a ellos directamente durante el examen. ¿La solución? Verlos a través de un espejo.
Noemí López
Félix Velasco - Blog

Lucha de clases

Funciona, es increíble, pero ochenta años después la propaganda de entreguerras sigue funcionando. Esa caricatura del empresario gordo, con puro y chistera, que tuvo tantas variantes en los años 30, caló tan hondo que sus raíces reverdecen aún. En la Alemania nazi representaba al capital judío, al barbudo con sombrero aliado con el extranjero explotador, que cobraba las deudas de la Primera Guerra Mundial. En la Rusia soviética, al terrateniente antibolchevique, muchas veces judío también. En la España del Frente Popular, al empresario rijoso aliado con el cura tripón. Se trataba de compartimentar el mundo en buenos y malos; santos obreros explotados y corruptos ricos explotadores. Era la división marxista de la sociedad en dos clases destinadas a matarse entre sí para permitir el advenimiento del paraíso y el hombre nuevo. Yo creía que semejante simpleza había sido superada. Que Stalin y Hitler demostraron que la revolución llevaba al «lager» o al gulag. Que el Tercer Reich y el Soviet probaron que el obrero en el poder puede ser tan malo como el peor amo. Que habíamos aprendido que ser emprendedor o trabajador por cuenta ajena era la opción libre del ciudadano moderno y no garantiza resultados morales. Que existieron empresarios como Schindler, curas heroicos como Maximiliano Kolbe, monjas carmelitas asesinadas en Auschwitz como Edith Stein y demasiados muertos en la Guerra Civil en los dos bandos. Pues no. Sigue funcionando el estereotipo. Por eso Toxo explica que los trabajadores inocentes están pagando en esta crisis los desmanes de los poderosos malvados. Tomás Gómez dice que los abuelos de los del PP empobrecieron a los obreros del pasado y sus nietos empobrecen hoy a los trabajadores. Y una manada de violentos ataca un colegio de salesianos. Qué fácil es señalar culpables y sembrar odio. Qué sencillo aventar espectros para apearse de la propia responsabilidad. Durante años, muchos trabajadores liberales han cobrado en negro. Fontaneros y albañiles han escamoteado el pago del IVA, todos hemos hecho chistes sobre el fraude a Hacienda, hemos contraído deudas por encima de nuestras posibilidades y aprovechado cursos sindicales para ausentarnos del trabajo. Nadie protestó cuando se emprendían fabulosas obras públicas inútiles, se pagaban subvenciones, se cobraban comisiones, se contrataba a dedo en las empresas públicas. España se ha arruinado gracias a gobiernos irresponsables, es cierto, pero con la preciosa colaboración de todos. Que levante la mano el que no ha celebrado comuniones como bodas y bodas como recepciones diplomáticas. Quien no haya viajado dos veces por año. Quien no haya pagado a crédito. Queda un largo camino para aprender a ahorrar como nuestros padres, pagar en efectivo como nuestros abuelos, vivir austeramente como los mejores. Y supongo que es más duro que irrumpir en las calles con banderas, asaltar, gritar y ofender. Las raíces del rencor viejo siguen vivas y es mejor cultivarlas que sembrar cosas nuevas.
Cristina L. Schlichting
Félix Velasco - Blog

Estética pija

En las izquierdas simples y elementales se califica de «pijo» a todo aquel o aquella que se ducha o se baña –yo, como Sotoancho, lo hago con un patito de goma–, todos los días, y no pierde el tiempo buscando en su armario ropa marginal para vestirse. Es mucho más sencillo y rápido vestirse de persona normal que de marginal-reivindicativo estalinista. En el transcurso de los últimos años he observado que los pijos de ayer han dado paso a otros pijos que creen que el desaliño indumentario largamente meditado les concede un estadío de progresistas que les reporta autoridad y prestigio. Ahí tienen al pijo extremeño que encabeza hordas para quemar a los padres salesianos. Un García de Vinuesa. Con poco tiempo que se invierta en analizar su ropa, se alcanza la conclusión justa y precisa. Que ese tipo, antes de manifestarse, se pasa horas en su casa eligiendo la ropa adecuada para parecer más rojo. Ignoran que los comunistas de la URSS, sus grandes ídolos, vestían correctamente, y que la KGB recelaba, por su posible derechismo, de los jóvenes que se presentaban con apariencia de «hippys». A Lenin, que lleva fiambre muchos decenios, le cambian la corbata de cuando en cuando para recibir a las visitas. Gromyko, el eterno responsable de Exteriores de la URSS, era un elegante triste que se hacía las camisas en Londres, y Brezhnev, Andropov y Gorbachov, siempre estaban vestidos como para ir a una boda.
La izquierda cinematográfica es insuperablemente pija. Ellos van «casual» y ellas visten de gorra modelos de los más caros y prestigiosos modistas. El día de la huelga de los padres de alumnos con poca vocación de estudio, se vieron chicos demasiado jóvenes como para llevar banderas tricolores y de la URSS. Si no saben escribir correctamente y hacen faltas de ortografía como la catedral de Burgos, no se puede suponer que conozcan el significado de esos símbolos tan lejanos en el tiempo y del sentido común.
Para mí, que Amancio Ortega haría muy bien en reservar en sus grandes tiendas repartidas por todo el mundo, un considerable espacio para la ropa de «Pijos Progres», «Pijos Marginales», «Pijos Anti-Sistema» y «Pijos Okupas». Se forraría. García de Vinuesa, el de Extremadura, no saldría de los establecimientos de «Zara». Y en una esquina de esa sección, el clásico. La camiseta con la imagen estampada del Ché Guevara en todas las combinaciones de color posibles y probables. Porque la camiseta verde de los padres que no quieren que sus hijos estudien y de los profesores que no desean dedicarle a la enseñanza una hora más cada día, es una camiseta fea, con poco donaire, más de seguidor de futbol que de izquierdista arrojado, y la solución pasa por un experto en diseño.
Los pijos de hoy están en las manifestaciones y en lo que queda de los «indignados», que son muchos menos, porque los indignados con razon se han marchado indignados de la manipulación constante de sus indignaciones. Pero en esta vida hay que ser consecuente. Acepto que fuera de las izquierdas hay mucho pijo también, empezando por el que escribe, que está muy orgulloso de serlo. A partir de ahora, el pijerío se divide en dos grandes sectores. Los pijos tradicionales y los pijos marginales. La diferencia entre unos y otros se establece en sus proyectos. Los tradicionales miran hacia el futuro, y los marginales llevan setenta años de retraso.
Alfonso Ussía

Félix Velasco - Blog

miércoles, 17 de octubre de 2012

Caida de Felix Baumgartner desde la estratosfera.(Baumgartner hace histo...



El paracaidista austríaco Felix Baumgartner logró este domingo romper la barrera del sonido tras efectuar un salto desde la estratosfera, a 39.000 metros de altura, sobre el estado de Nuevo México. Además, Felix Baumgartner, de 43 años, también quebró el récord al vuelo en globo tripulado de mayor altura después de que su aparato superase los 37 kilómetros.
Ascendió dentro de una cápsula amarrada al enorme -pero extremadamente delicado- globo de helio.

Félix Velasco - Blog

Estupidez infinita

"La juventud envejece, la inmadurez se supera, la ignorancia puede ser educada y la borrachera se pasa, pero la estupidez es para siempre." (Aristófanes - Vivió del 444 a. C. y el 385 a. C.) 
Hay cosas que no cambiarán nunca.
Félix Velasco - Blog

Como auténticas sectas

He visto en televisión un reportaje espeluznante donde varios niños y niñas de ocho a diez años de un colegio catalán dan su opinión a favor sobre la independencia. He sentido un gran dolor y pena, por el maltrato infligido a esos niños adoctrinados para usarlos a favor de la separación. A la pregunta de por qué deseaban la separación, la respuesta de todos ellos ha sido idéntica, como si estuvieran poseídos, pero sin poder -por razón de su temprana edad- ordenar debidamente unos razonamientos que expresaban de forma fría y mecánica como consecuencia de un aprendizaje recibido por la miserable manipulación del profesor: «Tenemos que independizarnos porque los ingresos e impuestos que recogemos aquí los tenemos que enviar a España».
Estas manifestaciones, grabadas en la mente de unos niños indefensos a los que se niega el conocimiento de una información completa que les permita opinar con libertad, refleja la perversa intención de una mente maligna que, ante una falta de argumentación lógica que justificara los deseos de independencia, no duda en adoctrinarlos en la mentira y el odio; y están convencidos de que obran bien, seguros de que forman correctamente a una futura generación de hombres y mujeres para Cataluña.
Miguel Cámara
Félix Velasco - Blog

Cataluña no es Escocia

¿Es el encorbatado Artur Mas el bravo William Wallace? ¿Son los maulets que agreden en manada a niños y ancianos los guerreros que combatían a los ingleses? Seguramente, cuando los nacionalistas catalanes se miran en el espejo por las mañanas se ven como Mel Gibson a punto de seducir a la reina Isabel de Inglaterra, y nunca se imaginan vencidos, abandonados por sus camaradas y decapitados. Al igual que quienes creen en la reencarnación siempre aseguran haber sido faraones o generales, pero nunca esclavos en las pirámides o simples soldados.
Los nacionalismos regionales españoles miran a las islas británicas embelesados. Prácticamente es uno de los pocos puntos cardinales donde pueden poner los ojos. ¿Yugoslavia y sus guerras civiles?, ¿Sudán del Sur y Sudán del Norte?, ¿India y Pakistán?, ¿el Congo y Katanga? Aunque Sabino Arana, el fundador del PNV, llegó a felicitar al Imperio Británico por su victoria sobre los bóers y soñó con que Vizcaya cayese bajo el protectorado de Londres, como el sultanato de Zanzíbar, sus seguidores trasladaron sus miras a la República de Irlanda, que había conseguido la independencia a tiros en los años 1920 y 1921. Los etarras tienen como modelo, y socio, al IRA.
Ahora los separatistas catalanes han puesto sus ojos en Escocia, donde se prepara un referéndum de independencia negociado con el Gobierno británico. Mucho mejor proponer una Escocia con Sean Connery, pozos de petróleo, destilerías de whisky, campos de golf y el inglés como idioma que las miserables Kosovo, República Turca de Chipre o Transnistria. Pero lo cierto es que poco tienen en común Escocia y Cataluña.
El deporte escocés de invadir Inglaterra
La base racial de ingleses y escoceses es distinta, ya que entre éstos prima el elemento celta, apenas existente entre los primeros, mientras que los catalanes tienen los mismos antepasados que los aragoneses, los extremeños y los castellanos (íberos, celtas, romanos, godos...). A diferencia de Cataluña, Escocia jamás fue romanizada, hasta el punto de que Roma separó su provincia de Britannia de los belicosos y salvajes pictos con los muros de Antonino y Adriano. Por el contrario, Tarraco (Tarragona) fue uno de los principales puertos mediterráneos en la época romana y visigoda. 
La gran diferencia en el asunto de la identidad y la historia es que Escocia fue un reino independiente durante siglos, con peso en las relaciones internacionales de la Europa medieval. El rey Felipe IV de Francia, que eliminó a los templarios, quería conquistar los territorios vecinos bajo dominio inglés y para ello firmó en 1295 una alianza con Escocia, a fin de atrapar entre dos frentes a Inglaterra. A este pacto se le llamó la Auld Alliance y duró, con paréntesis, hasta el siglo XVII. Cataluña no ha tenido más política exterior que la aragonesa o la española.
Cataluña fue primero una reunión de condados y luego, por la boda del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y la infanta Petronila de Aragón (1150), formó, junto con el reino de Aragón, la Corona de Aragón, en la que su titular era primero rey de Aragón y después conde de Barcelona y de otros lugares.
Las guerras entre los ingleses y los escoceses fueron constantes durante siglos. En una de ellas, una reina española venció a un rey escocés. La infanta Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, casó con Enrique VIII de Inglaterra, y en 1513, mientras éste se encontraba en el continente en combate contra Luis XII de Francia, ella derrotó en Flodden Field al ejército invasor escocés, mandado por Jacobo IV. El rey murió en la batalla y la regente envió a su marido la camisa ensangrentada que aquél llevaba.
Isabel I de Inglaterra capturó y decapitó en 1567 a María I de Escocia. Pero Jacobo VI de Escocia, hijo de ésta, se convirtió en rey de Inglaterra en 1603, a la muerte de la asesina de su madre, y pasó a convertirse, además, en Jacobo I de Inglaterra; como monarca de ambos reinos, su primer paso fue el de hacer las paces con España.
Se produjo así la primera unión entre Inglaterra y Escocia, más Irlanda. Los monarcas de la dinastía Estuardo, que había empezado a reinar en Escocia en el siglo XIV, gobernaron también Inglaterra hasta 1714. La rama católica de la familia, encarnada en los descendientes de Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, reivindicó sus derechos hasta el siglo XIX y contó con la lealtad de muchos escoceses, llamados jacobitas. Por el contrario, jamás ha habido dinastías catalanas en España, y las últimas veces que Barcelona se sublevó a favor de un pretendiente (el archiduque Carlos contra Felipe V) o un rey (Fernando VII contra Napoleón) fue para hacerlo rey de España.
El nacimiento del Reino de la Gran Bretaña
Durante el siglo XVII, Escocia e Inglaterra (Irlanda era una colonia de ésta arrasada por los gobernadores y los colonos) fueron dos reinos distintos que conservaron todas sus instituciones y leyes. Hasta que el nacionalismo sustituyó al liberalismo como eje político, la historiografía presentaba a los escoceses Jacobo I y Carlos I como déspotas cuyos intentos de reducir las libertades personales causaron en 1642 la rebelión del Parlamento inglés.
En 1704 los Parlamentos de Inglaterra y Escocia aprobaron el Acta de Unión, que estableció el Reino de la Gran Bretaña y un Parlamento unitario con sede en Londres. La finalidad de esta ley era ratificar la exclusión de los católicos del trono y asegurar la instauración del futuro Jorge I de Hannover. Uno de los frutos de esta unión fue la nueva bandera, que unía la cruz de San Andrés escocesa y la cruz de San Jorge inglesa.
En cambio, los diputados catalanes participaron en las Cortes de Cádiz, que dieron comienzo al constitucionalismo, concedieron derechos modernos como el de voto y la seguridad personal y aboleron todo resto de fueros medievales. 
En estos 300 años, los escoceses han mantenido restos de su anterior soberanía y de su unión en pie de igualdad, como un sistema judicial propio y la emisión de libras esterlinas por bancos locales. Precisamente, la libra es uno de los beneficios que una Escocia independiente podría perder.
La última diferencia es que los escoceses han sido fieles al Acta de Unión y no han quebrantado el ordenamiento constitucional del Reino Unido de la Gran Bretaña, mientras que los nacionalistas catalanes, en 1931, 1934 y 2012, empleando los poderes del Estado español, han tratado y tratan de subvertir la legalidad; una legalidad, encima, democrática y no dinástica.
Pedro Fernández Barbadillo
Félix Velasco - Blog

martes, 16 de octubre de 2012

El Mesías

«Soy un servidor de una causa histórica». Quiso parecer humilde y le salió la locura mesiánica. Es curioso. Pero este hombre, desde que se ha declarado abiertamente independentista, ha menguado en estética. Nada tengo contra los jefes de planta de los grandes almacenes, casi siempre amabilísimos y eficientes. Espero que no se sientan zaheridos con el brillante resultado de mi observación. Mas, con ese tupé, bien podría ser jefe de la planta de «Ropa de Caballeros» de unos grandes almacenes en el decenio de los ochenta. Y no se puede ser un mesías y un servidor de una causa histórica, cuando por el aspecto, Mas está siempre a punto de recomendar «este chaquetón de cuero que sale a muy buen precio».
Tienen razón los que señalan a los diferentes Gobiernos de España durante el período democrático como culpables, por dejación, complejo y vagancia, de no haber tenido mayor presencia institucional en Cataluña. Lo han ido dejando y la situación, hoy por hoy, parece irreversible. El representante del Rey en Cataluña tiene una televisión completamente rendida a sus órdenes en la que disparar contra el Rey es algo divertido. De aquella exquisita educación, consecuencia del alto nivel cultural de Cataluña, nada queda. Lo nimio y lo anecdótico se han convertido en fuerza argumental invencible. Se cuenta del acto de inauguración del edificio con forma de «chupa-chups» de Agbar. Se interesó Pascual Maragall por el número de operarios que habían trabajado en su construcción. Sólo le interesó saber este dato. «¿Se entendían en catalán?». Y uno de los aparejadores comentó: «Más bien en marroquí».
Ortega y Gasset dio por perdida a Cataluña en los años treinta. El Príncipe ha dicho que «Cataluña no es ningún problema». Me alivia su optimismo. Su abuelo, Don Juan De Borbón, asiduo visitante de Barcelona, no opinaba lo mismo. «Me preocupa mucho más el nacionalismo catalán que el vasco». El entonces Presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, le colmaba de cordialidades. Durante sus estancias en la clínica Barraquer, Pujol visitaba a Don Juan con mucha frecuencia. Pero fue el anterior Presidente, Josep Tarradellas, el que convenció a Don Juan para que eligiera como su enterramiento el monasterio de Poblet, donde descansan los Condes de Barcelona. Don Juan pagó de su dinero las obras de los que habrían de ser sus sepulcros, el suyo y el de Doña María. Cuando el Rey decidió honrar a sus padres, Los Reyes de derecho y no de hecho durante 40 años, adjudicándoles las dos últimas urnas del Panteón de los Reyes en El Escorial, Don Juan no ocultó su alivio. «En el fondo me inquietaba pensar que iba a descansar en una tierra que podría dejar de ser España». Cuando Antonio de Senillosa, el «Seny», hizo público este comentario en un debate en Antena-3, muchos independentistas de hoy se lanzaron como lobos a su cuello.
Cataluña es España, pero España no ha sabido estar en Cataluña durante estas últimas décadas. El complejo ante el nacionalismo se hizo silencio permanente. Cataluña, y en concreto Barcelona, fue una España gozosa y unida durante la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992. Quizá, en aquella época, los catalanes se apercibieron del orgullo y del amor que el resto de España sentía por Cataluña. En aquellas tierras, la joya de la Corona, ha predominado un socialismo, que para demostrar su plena identificación ha sido más nacionalista que todos los partidos nacionalistas juntos. Y ahí se ha quebrado el sistema. Y para colmo, nos llega el Mesías de los grandes almacenes. «Caballero, nos han llegado una nuevas corbatas italianas que son una maravilla».
Alfonso Ussía
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Arturo Mas debe ser destituido sin más

No hay que sacar los tanques, entre otras razones porque gastan mucho. Simplemente Arturo Mas no se comporta como debe, como representante máximo del Estado español en Cataluña. Su actiutud es ostentosamente desafiante, rebelde y levantisca. Por tanto, debe ser destituido sin más por el bien de los catalanes y del resto de los españoles. Cuanto más tarde el Gobierno en hacerlo, peor. Resulta curioso que el señor Mas se refiera despectivamente a la oligarquía, cuando él representa la oligarquía que ha estado mandando en Cataluña desde hace más de un siglo. Es la que se ha enriquecido a costa del sacrificio del conjunto del pueblo español. Hasta aquí hemos llegado. Vale.
Amando de Miguel
Félix Velasco - Blog

lunes, 15 de octubre de 2012

Tequila - Cafe Quijano en directo


Me escondo en una esquina
donde no me puedan ver,
después de cuatro vinos
y unos tristes canapés.
La suerte está de mi lado,
se me acerca una mujer.
Me dice: Yo soy Amparo
y te quiero conocer.

Y yo que soy un caballero, 
dos besos le pego con mucha fe.
Me bebo mi ron entero
y con el tequila me echo a perder.
Lo cierto es que poco hablamos,
sólo le dije: Acompáñame.
Salimos y caminamos
y nos plantamos en el hotel.

Y tanto tequila
lo tengo que dejar,
no quiero disgustos
se que despierto
y llegan los sustos.
Y vale ya de sobresaltos,
con quién me acuesto 
no me levanto.
Y tanto tequila...

Lo malo de los alcoholes
es que no te dejan ver,
debajo de los disfraces, 
lo que puede aparecer.
Me pasa por cariñoso,
soy donante de placer.
Y sé que amar tiene riesgos
que uno tiene que correr.

Y mira que no espabilo,
que con el tiempo voy a peor.
Lo pienso y a veces digo:
¡ Quédate en casa que estás mejor !.
El caso es que de mañana
muy educada Amparo se va.
Me dice: No pasa nada,
no te levantes y un beso más.

Y tanto tequila
lo tengo que dejar,
no quiero disgustos
se que despierto
y llegan los sustos.
Y vale ya de sobresaltos,
con quién me acuesto 
no me levanto.
Y tanto tequila...

Lo tengo que dejar
el tequila!!
No quiero disgustos,
se que despierto y
llegan los sustos!!!

Y vale ya de sobresaltos, 
con quien me acuesto 
no me levanto!!!
¡Lo tengo que dejar!
El tequila!!!!!! 
Tequila - Café Quijano
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domingo, 14 de octubre de 2012

Soldados benedictinos

Según la retórica maniquea, la desmilitarización constituye una demostración de progresismo y quienes proclaman la necesidad de unas Fuerzas Armadas competitivas son una panda de fascistas azuzados por la furia, ávidos de dolor y sedientos de sangre. Con ser grave, el error de confundir el pacifismo con el desarme no es el único. También la derecha española, estúpidamente acomplejada, se apunta a la idea adolescente de unas Fuerzas Armadas concebidas como un recurso farmacéutico y humanitario, desplegadas en medio de una heterogénea rondalla de enfermeras, sacerdotes, maestros y panaderos, como si el cometido de las Fuerzas Armadas no fuese militar, sino pastoral y benéfico, y nuestros soldados hubiesen de parecer una procesión de camareros, una cabalgata de Reyes o una congregación de monjes benedictinos. Y no es ése en absoluto el papel esencial que compete a las Fuerzas Armadas, salvo que adoptemos la actitud con las que los franceses se enfrentaron con sus reverencias y sus bicicletas a las divisiones acorazadas Adolf Hitler y fueron arrasados, porque si hay algo evidente en la guerra es que la lectura es menos determinante que la metalurgia. Nosotros tenemos algún enemigo exterior fácil de identificar y a nuestras FAS correspondería defendernos con el empleo de las armas que les permiten unos presupuestos que alcanzan para poco más que para las celebraciones pascuales y para asegurarle la hierba a la cabra de la Legión. ¿Constituye fascismo la defensa de las Fuerzas Armadas? ¿Es acaso fascista que para defender nuestros hogares reforcemos la cerrajería o dejemos suelto un perro en el jardín? Las grandes hecatombes españoles han venido siempre precedidas de una desidiosa imprevisión militar. Por alguna horrible y vieja confusión mental, los españoles caemos siempre en el error de creer que lo mejor de la guerra no es el desfile del vencedor, sino las frases del vencido. Somos tan idiotas, que incluso en la Guerra Civil a la larga perdieron ambos bandos.
José Luis Alvite
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Aquel malvado y digno Drácula

Se ha mosqueado alguno -son los inevitables daños colaterales de esta página pecadora- porque hace un par de semanas, choteándome del lenguaje socialmente correcto, comenté que en eso, como en otras cosas, los españoles somos cada vez más gilipollas. Y un lector me reprocha que aplique el adjetivo en términos generales, sin matizar. Eso me recuerda un viejo chiste. Después de meter la pata en algo, un fulano comenta a un amigo suyo: «Somos gilipollas». El amigo responde: «No pluralices»; y entonces precisa el otro: «Bueno, vale, no pluralizo. Eres gilipollas».
Seamos justos. Aunque España es un lugar especialmente fértil para que toda estupidez propia o foránea arraigue y se reproduzca gorda, gallarda y lustrosa, el fenómeno no es sólo de aquí. Sólo somos otra panda de memos, a fin de cuentas. El fenómeno es internacional. Pensaba en eso esta mañana, viendo la publicidad de una película. Vampiros buenos y guapos que se enamoran y tal. Con sus penas y su corazoncito. Quizá es porque a los de mi quinta los vampiros nos parecieron siempre unos perfectos hijos de puta, o sea. Murciélagos con pretensiones. Gente vestida de etiqueta, fea de cojones, que se limitaba a su obligación, chuparles la sangre del pescuezo a señoras estupendas, habitualmente en camisón, y no se planteaba sentimientos ni puñetitas a la luz de la luna. Como mucho, meditaban sobre la soledad del vampiro, la eternidad y tal, dentro de un ataúd o sentados en una lápida del cementerio; pero no andaban de guateques, conducían motos o se morreaban escuchando canciones de Shakira. Por no hablar de los zombis, oigan. Aquellos muertos vivientes que antes se querían colar en la casa del bueno y merendarse a la familia, y ahora lo mismo bailan en discotecas que cuidan de su novia o de su mejor amigo. Zombis y vampirillos adolescentes, guapitos, imberbes, vestidos así como en Zara, y que parecen recién salidos del instituto. Los muy capullos.
Si nos vamos a los cuentos para niños y los dibujos animados, ni les digo. Chorrean mermelada hasta echar la pota. Todo cristo, incluso los malos tradicionales de toda la vida, es ahora bueno y simpático: vampiros, ogros, marcianos, magos, asesinos, bandoleros y demás, son de un entrañable que revuelve las tripas. Hasta las brujas malas -que además suelen estar anatómicamente potables en sus versiones modernas- tienen siempre una escena en la que se explica la razón freudiana por la que la sociedad las hizo perversas como son; e incluso algunas cambian de bando al final, movidas por la compasión y los sentimientos naturales en todo ser humano. Etcétera. Y qué decir de los malos de pata negra, con solera, como los piratas. Eso ya es para no echar gota. Ahora la única diferencia entre un feroz filibustero del Caribe y un reno de Santa Claus es que el filibustero lleva un parche en un ojo. Si no me falla la memoria, el último malo de verdad en una película de dibujos animados -admirable malo a secas, auténtico, digno, sin mariconadas, malo como Dios manda- era el capitán Garfio.
Dirá alguno de ustedes que qué pasa. Por qué ha de ser negativo que los malos sean buenos. Y a eso responde el simple sentido común: transformar en figuras adorables a todos los personajes que tradicional y universalmente han venido siendo claves para encarnar el mal en la imaginación de los hombres, en las fábulas, relatos y ejemplos con los que nutrimos el imaginario de niños y jóvenes, es escamotear referencias útiles, símbolos necesarios para identificar el mundo que los aguarda, y para sobrevivir en él. Un niño, sobre todo, necesita saber claramente que existen el bien y el mal, e incluso que la misma Naturaleza tiene sus propias maldades objetivas, intrínsecas. Sus reglas implacables. Y que, por todo eso, el mundo, la existencia, son territorios imprecisos, lleno de cosas hermosas pero también de amenazas y enemigos hostiles. De maldad y negrura. A ver cómo van a enfrentarse después a la vida y sus brutalidades unos chicos educados en la idea perversa de que todo lo real o imaginado es bueno, o puede serlo. De que el bien siempre triunfa, los pajaritos cantan y el mal se disuelve bajo la luz de la verdad, el amor y la razón. De que hasta los tiburones, los buitres y las serpientes son bondadosos. De que los malos no existen. Hacerles creer eso es criminal, pues sentencia a muerte, deja intelectualmente indefensos, a quienes necesitarán más tarde mucha lucidez y mucho coraje para sobrevivir en este mundo hostil. En la educación de un niño, la figura del malvado, la certeza de su negra amenaza, es incluso más necesaria que la del héroe.
Arturo Pérez-Reverte
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video graciosos : gaviotas + laxantes



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domingo, 7 de octubre de 2012

Emiratos Catalanes Unidos

Mil lecturas y ninguna buena. Una provocación, una maniobra peligrosa, la manifestación de un complejo de inferioridad, la exhibición en masa de las más primitivas ganas de enredar. O algo más simple: una innecesaria e improcedente payasada.
Porque en realidad asistimos a la certificación de una estafa. El hombre que se aupó hasta la cúspide del club más laureado de los últimos años al grito de «se acabó el fútbol al servicio de la política» da un triple mortal con tirabuzón para poner a Messi y compañía al servicio de los intereses de un Estado catalán que es apenas un holograma. Lo hace buscando el triunfo de la propaganda global. Y metiendo la pata hasta el corvejón, indolente ante la imagen de una España que se vuelve a presentar dividida y hasta confundida en batallitas de baja estofa en los momentos en los que más fácil lo tiene para presumir e impresionar en las esquinas de todos los continentes. Así son los que no quieren entender que forman parte de una gran nación, los que luchan no al margen de ella sino contra ella, sea el presidente del Barça, el utillero o ese viejo que pone un puesto de pipas en las puertas del Camp Nou.
Qué cierta se hace esa proclama de De Gaulle según la cual para un patriota el amor a su pueblo es lo primero, pero para un nacionalista lo primero es el odio a los demás. ¿A cuento de qué viene prostituir la esencia del Madrid para ver en el ahora conjunto de Mourinho la quintaesencia del más rancio españolismo? ¿A cuento de qué procede regar el césped con gasolina separatista incitando a que cualquier lunático arroje una cerilla? ¿Sabemos qué significa para las Fuerzas de Seguridad del Estado un choque de alto riesgo?
La gravedad de la estrategia de Rosell apenas queda matizada por lo grotesco de sus tejemanejes. Porque éste es el señor que anunciaba ufano que Qatar Foundation y la hinchada azulgrana compartían los mismos valores; o que subrayaba que sin la morterada de millones que ponen los árabes todo sería más pequeño en Barcelona. Ahora que el distraído Mas va reclamando por ahí la institución de los Estados Unidos de Europa, quizá Rosell, el del turbante y la señera, esté jugando la carta de los Emiratos Catalanes Unidos. ¡Y algunos sin enterarnos!
Alfonso Merlos
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sábado, 6 de octubre de 2012

Barcelona, capital

Don Juan de Austria, el ilegítimo, medía ciento noventa centímetros de altura. Ahí está, en el Panteón de los Infantes del Escorial, digno, inmenso, rotundo, entre sepulcros azucarados, a pesar de su bastardía. Su padre, el Emperador, era un tapón, como su hermano, Felipe II, que se tocaba con un ridículo sombrero para disimular la tacañez de su estatura. Felipe II, que tenía muy mala leche, designó a Madrid como Capital del Imperio, desechando Lisboa, con su plaza del Comercio abierta al Atlántico, al Nuevo Mundo, a las lanzas, los trabucos, los oros y los mercaderes. Aquel capricho lo pagamos todos los días los madrileños. Los sepulcros de los Reyes y Reinas de España en el Panteón escurialense están hechos a medida del Emperador Carlos I y su hijo legítimo, Felipe II. De ahí el Pudridero, fase de un cuarto de siglo durante la cual los restos mortales de los reyes yacen sobre cal viva para facilitar, antes de ser instalados en su urna definitiva, la quiebra de sus miembros inferiores. Culpa de los Austria, que a España llegaron rubios y altos, para reinar y posar ante Velázquez en los montes del Pardo con el Guadarrama al fondo. Pero ya Madrid tenía vocación de hervidero. De un lado, el asombro. En una cualquiera de sus plazuelas, y así lo dibujó magistralmente Antonio Mingote en su «Historia de Madrid», podían coincidir sin excesivo pasmo, Quevedo, Góngora, Villamediana, El Greco, Lope de Vega, Cervantes, Tirso de Molina, Francisco de Rioja, Juan de Mariana, Vicente Espinel, Ruiz de Alarcón y, entre todos ellos, el niño Pedrito Calderón de la Barca de la mano de su aya montañesa, pechugona y altiva. Del otro, la bellaquería, la vileza y la violencia de lo que principiaba a ser la gran ciudad que acogía a la Corte. Siglos después, el pueblo, que no la Cultura, la plebe, que no la sabiduría afrancesada, se lanzó a la calle en defensa de quien no lo merecía, y rompió el camino hacia la ilustración que España demandaba. Recordaba todo esto con el gran Arturo Pérez-Reverte en el comedor de «Lhardy», a pocos metros de su «Salón Japonés», donde Isabel II almorzaba de tapadillo con sus bravos jinetes y, con antelación a uno de sus majestuosos galopes, se quitó el corsé y ahí lo abandonó, entre abanicos y camafeos. El Madrid que recibió a Alfonso XII amó a Alfonso XIII y proclamó la Segunda República. El Madrid checa, el Madrid venganza, el Madrid de Franco y el de la Transición. Hoy, el Madrid que sufre más de dos mil manifestaciones cada año, siete por día, sin contar con la Fiesta de la Bicicleta, la del Orgullo Gay, el maratón, la etapa final de la Vuelta a España, y las posibles concentraciones forofas en Cibeles y Neptuno si Real Madrid o Atlético aciertan en la portería contraria. Menuda faena nos hizo Felipe II.
Barcelona es una ciudad prodigiosa, y ese creciente desdén que sienten los catalanes hacia el resto de sus compatriotas –con Madrid, la agobiada y agobiante Madrid de nuestras desdichas como diana principal de su desafecto– se suavizaría notablemente si Madrid le trasladara el honor de la Capitalidad de España. Barcelona siempre ha sufrido con ese matiz de gran ciudad periférica alejada de la Corte, del poder político, de las banderas que ondean en las embajadas, del Congreso, el Senado y las compañías de la Guardia Real presentando armas al Rey en la Plaza de la Armería. Dicho y hecho. Que la faena que nos hizo nuestro Señor el bajito de Felipe II sea subsanada. A Barcelona le sobra grandeza para convertirse en la nueva Capital de España. Eso sí, con sus más de dos mil manifestaciones cada año.
Alfonso Ussía
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¿Por qué los hombres tienen pezones?


¿Por qué los hombres tienen pezones?
Hasta la pubertad, cuando la liberación de hormonas femeninas provoca el desarrollo de pechos en las mujeres, el desarrollo de las glándulas mamarias sucede de forma independiente al sexo. Los pezones son los testigos silenciosos de este hecho fisiológico. Formados en las etapas embrionarias tempranas, adornarán el pecho de los hombres durante toda la vida, sin oficio ni beneficio alguno. Aunque no solemos planteárnoslo, el primero de los enigmas que esto plantea es el motivo por el cual los hombres no desarrollamos pechos durante la pubertad. Resulta obvio que los pechos son útiles en la mujeres porque sirven para alimentar a sus hijos pero, ¿no lo sería más cómodo que tanto madres como padres pudiesen amamantar a sus hijos? Al fin y al cabo, en otras especies de mamíferos sucede así. La razón por la que en los seres humanos no sucede lo mismo tiene que ver con la existencia de intereses evolutivos divergentes en los sexos.
Recordemos que la evolución siempre actuará para intentar maximizar el número de descendientes de un individuo. En los humanos (como en la mayoría de los animales) las mujeres acarrean con la mayor parte de los costes de la reproducción, fundamentalmente porque la gestación del embrión se produce dentro del cuerpo de la mujer. Esto significa que, para las mujeres, la apuesta biológica ganadora consiste en invertir mucho en la supervivencia de cada uno de sus descendientes. Para los hombres, sin embargo, la reproducción es mucho menos costosa; la inversión mínima de un hombre en la reproducción se reduce a unos pocos minutos (siendo generosos) y a unos cuantos miles de espermatozoides. En consecuencia, la apuesta evolutiva ganadora en el caso de los hombres consiste en invertir poco en la cría de su descendencia, y lo máximo posible en (intentar) aparearse con el mayor número de mujeres posibles. Por esta razón, la evolución no ha favorecido en nuestra especie el desarrollo de pechos en los hombres.
Pero, si los pezones masculinos no cumplen función alguna, ¿por qué existen? La respuesta entraña una lección muy importante. Los hombres tenemos pezones porque, aunque no sean útiles, la evolución no funciona eliminando todas aquellas partes que son prescindibles en nuestro cuerpo, sino solo aquellas que resultan costosas. La evolución simplemente no ha prestado atención a los pezones masculinos porque éstos no han supuesto un coste significativo en términos de nuestra supervivencia o nuestro éxito reproductivo. Para entender este hecho conviene resaltar que la evolución no es un proceso dirigido, ni esconde intención alguna, y por tanto no resulta en diseños perfectos, sino en diseños que optimizarán el éxito biológico de cada organismo dadas una serie de contingencias históricas, limitaciones en el desarrollo y el azar.
Esto ha provocado, en innumerables ocasiones a lo largo de la historia de la vida, la aparición de notorias chapuzas en el diseño de los seres vivos. Los pezones masculinos son una de estas chapuzas, y una prueba más en contra de la falacia conocida como el «diseño inteligente». La falacia del «diseño inteligente», tan lamentablemente de moda en los últimos años, consiste en argumentar que los exquisitos y complicados diseños que se observan en la naturaleza solo pueden ser explicados mediante la existencia de un diseñador inteligente. Existen multitud de pruebas que desmontan este argumento, pero quizás una de las más contundentes (y divertidas) es la existencia de estas chapuzas evolutivas. Entre ellas, de los pezones en los hombres.
Pau Carazo
Investigador Marie Curie en el Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford
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Los diez días que no existieron

¿Qué pasó el 6 de octubre de 1582? ¿O el 9 del mismo mes de aquel año? ¿Y el 14? No busquen en las hemerotecas. Aquellas fechas «desaparecieron» del calendario. La noche del 4 de octubre de hace 430 años dio paso... al 15 de octubre. El nuevo calendario gregoriano corregía así el desfase de días que al cabo de milenio y medio había ido acumulando el de Julio César, conocido como «juliano»
El emperador romano había reformado el calendario el año 46 antes de Cristo, aconsejado por el astrónomo Sosígenes de Alejandría según Plinio el Viejo. Establecía el 1 de enero como el primero del año de 365 días y seis horas. Tenía un margen de error de apenas 11 minutos y 14 segundos al año. El calendario juliano creaba el año bisiesto de 366 días con un día más entre el 25 y el 24 de febrero en los años divisibles por cuatro. Al día extra se llamó «bis sextus» por ser el 24 de febrero el «sextus kalendas martii», de ahí el nombre de año bisiesto. Pero éstos se intercalaron de forma equivocada.
La Iglesia acometió la tarea de lograr un calendario más exacto que corrigiera el desfase. El primer Concilio de Nicea había fijado el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y, a partir de ésta, el resto de las fiestas religiosas y se veía necesario ajustar el calendario civil para regular el litúrgico. Ya había habido varios intentos, pero fue en el Concilio de Trento cuando se impulsó de nuevo la corrección. En el siglo XVI elequinoccio de primavera caía el 11 de marzo, en lugar del día 21.
El Papa Gregorio XIII (1572-1585) puso en marcha una comisión científica de la que formaba parte el cronologista italiano Luis Lilio, el jesuita Christophorus Clavius, el cosmógrafo Ignazio Danti y en la que también participó el matemático hispano Pedro Chacón.
El Pontífice había ordenado levantar un observatorio en el Vaticano provisto con el mejor instrumental de la época, la denominada Torre de los Vientos en la que Danti realizó un meridiano que confirmó las correcciones del calendario con la luz solar que se filtraba a través de un agujero en la pared.
Los expertos coincidieron en que el año bisiesto se repitiera cada cuatro años, a excepción del último de cada siglo cuyo número de centenas no fuera múltiplo de cuatro. Así se adaptaba mejor el calendario al año solar, aunque aún existe un error de casi 26 segundos por año.
El 24 de febrero de 1582 Gregorio XIII promulgó la entrada en vigor del calendario que después se conocería por su nombre mediante la bula «Inter Gravissimas»: «Con objeto de que el equinoccio vernal, que fue fijado por los padres del Concilio de Nicea en las duodécimas calendas de abril [21 de marzo], se devuelva a dicha fecha, prescribimos y ordenamos que se eliminen de octubre del año 1582 los diez días que van del tercero después de las nonas [el día cinco] hasta el día previo a los idus [día 14], ambos incluidos. El día que seguirá a las cuartas nonas [el cuatro de octubre], en el que tradicionalmente se celebra San Francisco, serán los idus de octubre [el 15], y se celebrarán las fiestas de los mártires San Dionisio, Rústico y Eleuterio, así como la memoria de San Marco papa y confesor, y de los mártires San Sergio, Baco, Marcelo y Apuleyo».
Diez días «desaparecieron» para los países que adoptaron el calendario gregoriano. España y Portugal aplicaron la reforma el mismo día que Roma, el 4 de octubre de 1582. Las vicisitudes para la puesta en práctica de la reforma llevaron a Felipe II a firmar un año después la pragmática de Aranjuez para su adopción en todos sus territorios. Alemania continuaría con el juliano hasta 1700, Inglaterra hasta 1782, Rusia no lo cambió hasta 1918 y Grecia hasta 1923.
M. Arrizabalaga
Félix Velasco - Blog

Carnicería Social


Derrumbado el trampantojo, a la sociedad desvinculada y amorfa no le queda más que un odio desnortado, sediento de encontrar culpables
«Nos estáis matando a todos. Esto es sólo carnicería social», rezaba la pancarta de Marcello di Finizio, el hostelero de Trieste que puso a prueba sus dotes de funámbulo sobre la cúpula de la basílica de San Pedro. La expresión «carnicería social» es afortunada, aunque más apropiado sería hablar de charcutería, porque la matanza la están haciendo sobre una sociedad hecha papilla, de carnes blandas e invertebradas, una sociedad sin fibra ni resistencia, que si la pinchan sangra; pero a la que le falta la energía vital para convertir ese dolor en acicate moral. Aquella quimera llamada pomposamente Estado de Bienestar, con su olimpiada de derechos, era el trampantojo que infundió en la sociedad la creencia desquiciada de que se puede vivir sin mirar al cielo y sin abrazar al prójimo; y derrumbado ese trampantojo, la sociedad desvinculada y amorfa se queda sin otro horizonte que el resentimiento. Enrique Jardiel Poncela lo vislumbró proféticamente en el prólogo de su novela La tournée de Dios:
-La Humanidad, descentrada, puesta de espaldas a todas las cualidades espirituales, desdeñosa de lo estimulante y de lo consolador, y enfrentada con todos los materialismos perturbadores y entristecedores, ha perdido la perspicacia de ver dentro de sí, no sabe a qué achacar su mal sabor de boca y se revuelve contra esto y contra aquello, sedienta de venganza y convencida de que debe de haber alguien o algo culpable de que ella no se encuentre a gusto. Esta indignación es para la Humanidad un goce, porque para un miserable siempre es un placer el poder injuriar. Y la Humanidad recurre a esa indignación para hacerse la vida soportable.
Mientras el trampantojo duró, esta indignación sin consuelo se anestesió con un festín de «derechos». Jardiel lo señalaba en aquel prólogo genial: «La palabra derecho sale de todas las bocas: “Yo tengo derecho”. -“¿Con qué derecho?”. -“Defiendo mis derechos”. -“¡No hay derecho!”. -“Estoy en mi derecho”». Pero el festín de «derechos» degeneró inevitablemente en demogresca, que es ese estado en el que todo el mundo se aborrece y murmura y calumnia, y cada individuo se atrinchera en sí mismo, para poder descargar su odio sobre los demás. «A derecha e izquierda -proseguía Jardiel- encuentra uno gentes que desdeñan lo que han logrado, que desean lo que no tienen y que, en el fondo, querrían que nadie tuviese nada». Esta es la verdadera «carnicería social» que nos aflige: un descontento y malestar crecientes que se expresa de las formas más variopintas, desde la flojera y pesadumbre de vivir hasta el vandalismo más feroz; y sobre esta carnicería social previa, lograda en época de vacas gordas, hacen ahora picadillo, en época de vacas flacas. Pero si ahora pueden hacer picadillo con nosotros es porque antes dejamos que nos engolosinaran con todos los materialismos perturbadores y entristecedores que nos descentraron y pusieron de espaldas a todas las cualidades espirituales. Derrumbado el trampantojo, a la sociedad desvinculada y amorfa no le queda más que un odio desnortado, sediento de encontrar culpables: unos, como ese mozalbete mallorquín que coleccionaba explosivos, tratan de desaguarlo poniendo bombas; otros, reclamando la independencia.
Es la tragedia de una sociedad que se ha quedado sin Dios y sin prójimo, la tragedia de una sociedad apóstata, sin fe, esperanza ni caridad. O, como decía Jardiel: «La humanidad, al sacudirse el suave yugo del Espíritu, ha caído bajo el yugo implacable del Destino». Nos están, en efecto, matando a todos; pero antes bebimos alegremente el veneno que nos emborrachó y ahora nos mata.
Juan Manuel de Prada
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¡Oh un puro!


Curioso cómo supuestos progresistas acogotan las libertades privadas de manera reaccionaria
Murió atiborrado de medallas y laureles, pero el mariscal Montgomery ha pasado a la historia como un hombrecillo petulante. Hay quien le discute incluso su supuesto genio militar. Por ejemplo, se dice que en la campaña de Normandía sus tácticas, premiosas hasta lo exasperante, acabaron costando a la postre miles de vidas.
En plena espuma de sus gestas en el Norte de África, Montgomery explicó así el secreto de su éxito: «No bebo, no fumo, me acuesto pronto y duermo bastante. Por eso rindo al 100%». Al viejo Churchill le faltó tiempo para replicar: «Yo bebo, fumo un puro tras otro y casi no duermo. Por eso rindo al 200%».
El sello de correos con que el Reino Unido saludó el centenario de Churchill mostraba al estadista que derrotó a Hitler con un puro pendiendo de sus labios. El veguero es parte indisoluble de la estampa del premier, que no renunció al humo ni cuando recorría los escombros londinenses tras los violentos bombardeos del Blitz. Era un momento agónico. En 1940 la democracia británica aguantaba en solitario, como un dique incierto frente al régimen más metódicamente sanguinario de la historia. Pero aún no habían llegado las ñoñerías de lo políticamente correcto, por lo que nadie le afeó a Churchill el hecho de que fumase puros mientras se batía en una guerra hórrida.
Hoy también vivimos días duros en Europa. Combatimos contra un enemigo invisible, una crisis con trazas de bronquitis crónica. Pero los males de la UE son anecdóticos frente a los que padecieron los europeos del siglo pasado. Entre 1933 y 1945 se estima que los regímenes homicidas de Hitler y Stalin mataron a 14 millones de civiles en las llamadas «Tierras de Sangre»; Polonia, Ucrania y las Repúblicas Bálticas, principalmente. Nuestros problemas son menores ante aquel genocidio y sería ridículo e hiperbólico comparar a Churchill y Rajoy. Pero ambos tienen algo en común: son conservadores, demócratas y amigos de un buen puro.
Días atrás, Rajoy acudió a The Wall Street Journal para intentar convencer a los periodistas anglos de que España no es Burkina Faso. A la salida, caminó con su equipo por la Sexta Avenida; un instante de asueto. Rajoy fuma entre tres y cuatro habanos al día, como denota su sonrisa. Del mismo modo que otras personas consumen pitillos, o se relajan con una copa, o se machacan hasta la vigorexia, a él lo confortan sus cigarros. Así que prendió uno en la paseata neoyorquina, pero un fotógrafo lo retrató veguero en mano. Conmoción en las redes sociales. Artículos airados de mentalidad leirepajinesca. Lluvia de insultos en las web (siempre desde la cobardía del anonimato). El progresismo al borde del síncope: ¿Cómo puede fumarse un puro con la que está cayendo? ¿Qué hacía Mariano con su puro por Manhattan mientras a la misma hora, al otro lado del Atlántico, el valeroso movimiento indignado intentaba asaltar el Congreso?
Curioso cómo supuestos progresistas acogotan los espacios de libertad privada de manera reaccionaria. ¿Qué tiene que hacer Rajoy en su tiempo libre? ¿Ceñirse un cilicio y vestir un hábito rugoso que le recuerde que estamos en crisis? Tiempos de pensamiento débil, donde se dramatiza cualquier fruslería. País histriónico, que se escandaliza porque se hagan cumplir las leyes de nuestra democracia, o porque un ser humano adulto le dé cuatro caladas a un cigarro.
Luis Ventoso
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